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Hasta no hace mucho, los científicos tenían la impresión de que aun cuando los perros eran capaces de sentir rabia, lujuria y alegría, no podían experimentar emociones más complejas tales como los celos. Pero recientemente, The Daily Tepegraph informó que hay evidencia de que los perros si se vuelven celosos, y pueden sentir otras emociones consideradas secundarias, incluyendo vergüenza, empatía y culpa. |
Los celos están muy ligados al sentimiento de posesión del perro y a su jerarquía dentro de la familia, sobretodo en perros que viven solos con su dueño, siendo el perro centro de toda su atención.
El sentimiento de celos, puede comenzar en nuestro perro por la llagada de otro animal, o una persona que se integra al grupo familiar, ya sea un visitante o un nuevo miembro.
Las situaciones de celos se consiguen controlar prestando la atención y el cariño suficiente a cada animal. Si ya tenemos un perro en casa y adoptamos o compramos otro, no tenemos que olvidarnos de mimar al que ya había en casa y durante un tiempo hacerle un poco más de caso que al nuevo, o darle preferencias, para que vea así, que no nos olvidamos de él.
Lo más conveniente es que, desde cachorro, le acostumbremos a relacionarse con otros perritos y con personas para que después, cuando crezca no desarrolle esa actitud egocéntrica y egoísta. Llevarle al parque, a cursos de adiestramiento o incluso de paseo con otras personas, que pueden ser buenas elecciones para su desarrollo.
En un estudio conducido en la Universidad de Viena, el Doctor Friederike Range descubrió que los perros respondían positivamente a todas las situaciones, independiente de recompensas, excepto en situaciones en las que veían a otro perro siendo recompensado por una prueba por la que ellos mismos no recibieron nada. En el experimento, Range hizo que 43 perros entrenados ofrecieran sus patas a investigadores humanos. Cuando a un perro se le negaba una recompensa que otro perro había recibido, el o ella ofrecía su pata menos de la mitad de las veces. Estos perros también se rascaban y lamían, exhibiendo signos de estrés. El experimento sugiere también otros escenarios en los que se otorga atención aparentemente injusta a una mascota respecto a otras.
Si por alguna razón el perro se pone agresivo, todo arrebato por celos efectuado contra cualquier persona debe ser reprimido contundentemente por el dueño y no por la persona a la que ataca. Esta debe permanecer estática y alejada para no enfurecer más al animal. A continuación, y sin perder tiempo, consulte con un especialista en perros, su veterinario sabrá guiarlo apropiadamente.
Si por el contrario, el perro comienza a orinar o defecar sobre las pertenencias de la persona objeto del celo, o dentro de la casa, es una fuerte señal que el animal necesita que se le dedique mas tiempo y cariño, tanto como sea necesario, hasta que comprenda que no ha sido dejado de lado. Y siempre recuerde que, en la mente de su perro, usted le pertenece, y él solo pone su marca de pertenencia en su propiedad, y continuará haciéndolo, mientras crea que puede perder su posesión más preciada, USTED.
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